Hace algunos ayeres escribí este sencillo ensayo, lo tenía guardado como algo especial entre mis documentos y creo que puede ser un bonito inicio para este blog:
ENSAYO- IMPLICACIONES DE LA DOCENCIA...
El quehacer educativo no puede entenderse sólo como el simple acto de enseñar, si lo definimos como un simple proceso operativo de llevar a un aula de clases un currículo establecido, estaremos confundiendo su actividad con algunas otras en las cuales el proceso no importa sino sólo el resultado; enredaremos la esencia del servicio educativo con las del obrero, la del químico, la del médico, etc.
En el presente ensayo trataré de poner en manifiesto mis ideas acerca de las implicaciones políticas, sociales y morales que tiene el hecho de ser profesor y cómo estas implicaciones son las que guían las intenciones del actuar docente.
Primero quiero expresar la idea de que se debe de reconocer que los profesores son personas, y, que como a todas las personas del mundo, hay situaciones que le preocupan, hay ideologías en las que milita y también tienen un sentido moral particular. Esas “corrientes” de pensamiento hacen de su actuar algo distinto, algo singular. No podemos decir que un profesor de Veracruz piensa y siente lo mismo que un profesor de Chiapas o de Guerrero, aún más, en una misma escuela hay variedad de las ideas de la docencia proporcionales al número de profesores que ejerzan.
Este carácter singular de los maestros como personas actúa dentro de su actividad docente, repercute en la dinámica del aula y guía toda una labor, al respecto Fullan, M. & A. Hargreaves (1999) comenta que “Las conductas pedagógicas no son meras habilidades técnicas para aprender, sino conductas que tienen su raíz en la persona que es el maestro.”(pág. 53) No se puede separar la persona del docente, se es en todo momento lo que se piensa del entorno, de la profesión, de uno mismo y en respuesta se conduce de un modo específico.
Ya comprendiendo al profesor como una persona en totalidad podemos entonces desfragmentarla para hacer un análisis más mesurado acerca de las implicaciones de la docencia:
Muy en el fondo toda persona tiene algo de político, tiene una particular forma de entender el mundo y también singulares formas de “arreglarlo”, todo esto para un bien común, esa es la esencia de la política (al menos del original concepto griego). Un profesor siempre trata de hacer su actuar docente bajo un bien común, una enseñanza de calidad que pueda hacer que sus alumnos se formen como ciudadanos responsables, como personas que se beneficien y que a la vez favorezcan a otros. Podemos entonces decir que el quehacer docente tiene más de política que otras profesiones, porque se encarga en toda su expresión, de la búsqueda de un bien común, de una mejora social y de un ideal de comunidad.
De la mano viene la implicación social de la docencia, un profesor siempre trata de mejorar la situación de la comunidad donde trabaja, es una actividad que no se le pide pero es inherente en su profesión, es un cargo que asume con responsabilidad y que trata de enfocar en su actuar diario. No es de extrañarse que los maestros tengan un alto valor en lugares alejados donde su amor por su trabajo refleja la labor que ha desempeñado durante su estancia y que es agradecida y retribuida con respeto y cariño.
Sin embargo, si estoy en lo cierto en lo que expreso, ¿porqué hay tantos profesores que a pesar de ser políticos y actores sociales caen en acciones cotidianas? ¿Porqué a pesar de ser los catalizadores del cambio hay maestros que callan y siguen órdenes de la ideología dominante? ¿Porqué hay docentes que ponen trabas a las voces de otros que quieren exigir lo que un pueblo grita a diario? ¿Porqué convierten su servicio al pueblo en favor a particulares?
Tiene que ver el carácter moral de la profesión, qué tan honorable llevamos nuestra carrera y cómo es que la hemos asumido. Considerar que somos un grupo selecto de pensadores que tienen acceso a otro grado de estudios que la del pueblo en su mayoría no puede y que, por lo tanto, conlleva una responsabilidad moral de arropar y proteger a los desarropados y desprotegidos.
Y que arropar a los desarropados tiene que ver con protegerlos, con amarlos y ponerlos en lugares privilegiados de nuestro entorno, que proteger a los desprotegidos tiene que ver con la idea de Freire Paulo (1993) cuando expresa que “Tampoco es posible ser maestra sin luchar por sus derechos.”(pág.27) de ser, en muchos aspectos, revolucionarios y guerrilleros del pensamiento, del bien social.
A mi parecer, este carácter moral de la profesión es el más influyente, de él se desprende toda la intención del quehacer docente, de acuerdo a la moral la postura política y social de un profesor puede permanecer adormecida o puede emerger como una voz fuerte de descontento inacabado, porque es muy difícil que un profesor llegue a estar conforme, un profesor que se asume como tal, debe de entender y guiarse bajo esa moral de actor social y político de protector de un pueblo.
Toda esta complejidad que conlleva la responsabilidad del quehacer educativo convierte a un profesor, de forma inevitable, en un intelectual. Que significa estar en constante estudio y reflexión crítica de la realidad, significa preguntarse, analizar las implicaciones de su actuar y además, mirar con ojo crítico aquellas acciones que tratan de transformar su labor, impuestas por ideologías dominantes y por particulares.
Analizarlas en el sentido de saber si “las grandes reformas educativas” son lo mejor para nuestros protegidos, de entender el discurso que se nos quiere dar y de replicar, porque el derecho lo tenemos, todas esas acciones que pueden atentar al bien común, y proponer, porque también somos capaces de hacerlo, nuevas vías de mejora para el sistema y para nuestro país.
En conclusión, he expresado que la docencia implica más que atender niños y ofrecerles enseñanza para que aprendan, porque el acto educativo y sus intenciones tienen que ver con influencias políticas, sociales y morales que cada maestro, como persona, implica en su profesión y en la forma de guiarse.
También he manifestado la importancia de entender el quehacer educativo como una labor con extensiones políticas, que busca el bien común, el de los niños y que tienen que ver también con el carácter social que involucra tratar de transformar la sociedad en un lugar mejor.
He expuesto que es el carácter moral de asumirse como profesor será el factor determinante entre buen maestro o uno que simule serlo, que de esta integridad profesional se desprenderá las implicaciones políticas y sociales que en el anterior párrafo expresé.
Y por último, también presenté una explicación de que ser profesor significa ser intelectual, un crítico del sistema y de la realidad, un estudioso en la materia, un inconforme que siempre está buscando lo mejor para su quehacer profesional, para sus niños, para su pueblo, su país y su mundo, como un acto de amor, de desprendimiento y porque no decirlo, de sacrificio.
Bibliografía
Freire Paulo.1993, “Cartas a quien pretende enseñar”. Editorial siglo XXI, undécima edición. México D.F.
Fullan M. y A. Hargreaves. 1999, “Educadores totales” en La escuela que queremos. Editorial: Biblioteca para la actualización del maestro. 1ª edición. México, D.F.