viernes, 1 de julio de 2011

Una gota roja cae al suelo…

Una gota roja cae al suelo…

Elisa está sentada en una cama, mira a la ventana que, aunque con cortina azul, deja paso a unos tibios rayos de sol. Jadea, víctima de la ansiedad, su respiración es el único sonido en la habitación, sus manos sudan, se tocan y se dejan. Se levanta, se acerca a la ventana, mira a través de la rendija.
-          ¿de verdad quieres hacerlo? – dice una voz a su espalda, Elisa voltea con susto, mira  a la joven sentada en la cama, se lleva las manos al pecho y respira con rapidez. La ansiedad ha aumentado. – contesta Elisa

Elisa se queda en silencio, se nota que hace un esfuerzo por pensar, tal vez quiere dar una respuesta inteligente; pero también podemos especular que realmente no sabe que contestar.
La joven de la cama sigue mirándola con decisión, en ningún momento baja la mirada, se muestra tranquila, sabe tal vez que controla la situación y podemos otra vez deliberar que quiere hacer titubear a nuestra protagonista con respecto a la aparente decisión que está tomando. Entonces la idea de que Elisa quiere ser inteligente toma fuerza.
-          Contesta Elisa… ¿es realmente lo que quieres?
-          Si – dice en un susurro Elisa, sus manos sudan ahora más, su sien tiembla un poco víctima de un  tic olvidado


Una gota roja cae al suelo…

La joven se levanta de la cama, entra al baño, se oye como el agua corre unos momentos. Regresa con una servilleta de tela, la dobla con calma y la guarda en un bolsillo de su pantalón.
-          ¿De verdad Elisa?
-          ¿Qué acaso no la oíste hace un momento? – dice una voz con enfado – ella ha dicho que quiere eso que piensa. ¿Qué más podemos alegar? –
-          No estoy de acuerdo – dice la joven
-          ¿Y eso qué? – la voz es de un hombre recargado en la puerta, mira a la joven con disgusto – la decisión es de ella, no es tuya

Elisa los mira en silencio, se nota ahora confundida por la extraña discusión que se presenta ante ella, debemos entenderla, hasta hace unos momentos estaba sola y sólo sus jadeos la acompañaban. De repente están dos personas dentro de su habitación. Creo que debemos de darle un acierto a nuestra protagonista por la confusión.

-          Esto no es lo que quiere Elisa – dice la joven perdiendo poco a poco el control
-          ¿y cómo lo sabes? Yo podría asegurarte que acabo de escucharla decir que si
-          Eso no significa nada
-          Eso significa todo. Lo QUIERE. Punto. No hay más discusión.
-          Ella no lo está pensando bien
-          Oh ya veo el asunto – el joven se acerca con parsimonia a Elisa – como siempre tú quieres influir en las decisiones de los demás
-          No quiero hacer eso y lo sabes
-          ¿No? Ellos fueron dotados con esto – señala el corazón de Elisa – y esto – señala la cabeza – con esas dos cositas ellos pueden decidir lo que…
-          ¡el corazón piensa menos que el pensamiento!
-          ¿acaso no es obvio?, por eso se llama pensamiento, porque piensa más
-          Ella cree que piensa pero realmente se está guiando por el…
-          ¡¡ ¿Y?!! seguir el corazón es una decisión, sigue siéndolo. Y una decisión como esa es porque al final, después de toda la lógica del pensamiento se decide seguir al corazón
-          No confundas las cosas
-          No las confundo
-          ¿Por qué no se callan? – Elisa los mira con dureza.
-          Elisa, por favor, debes de pensar bien las cosas
-          Las pienso, él ya te dijo que estoy consciente de lo que estoy haciendo
-          Ok, entonces dime si estas tan consciente de lo que dices. ¿por qué quieres hacer lo que quieres hacer?
-          ¿por qué no lo dices? – Elisa se muestra enfadada – eso que pienso tiene nombre. Se llama suicidio y estoy plenamente consciente de lo que implica
-          Ya vez, te lo dije – el hombre se acerca a la silla a lado de la cama. Se sienta, saca del bolsillo de su saco una cajetilla de cigarros y se lleva un petillo a los labios.
-          ¡no fumes! – nuestra protagonista se acerca al hombre – ni te pongas cómodo, ¡se me van! No sé cómo carajos entraron pero se me van – un risilla burlona se oye junto a la ventana, un hombre pintado la observa irónico, tiene sombrero de copa y una mirada fría – de que te ríes
-          Se ríe de tu ignorancia – dice el hombre con calma – tú nos dejaste entrar, nosotros no entramos sin permiso
-          ¿A qué hora hice eso?
-          En el momento que dudaste de tu decisión – dice la joven junto a la puerta del baño, no la mira, mira el vacío – al dudar nos dejaste entrar, si seguimos aquí es porque dudas y si sigues dudando más personas aparecerán. Apenas vamos tres
-          ¿Cómo que más personas?
-          Cada uno de nosotros representa un pensamiento en ti hasta ahora – dijo el hombre paciente – yo represento el sí, ella representa el no
-          ¿y eso? – dice Elisa señalando despectivamente al cara pintada
-          Ese – dice la joven junto al baño – representa la parte de ti que se burla de ti y de esta situación
-          ¿y dices que seguirán apareciendo más?
-          No lo sé… eso depende de ti – dijo el hombre encendiendo un cigarrillo y comenzando a tragar nicotina.

       Una gota roja cae al suelo…



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